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10/07/2015 -
2' 47" - 319 VisitasDecisión de la jueza FirpoCasi tres años después de abierta la investigación, procesaron al cura Ilarraz por Promoción a la corrupción agravada de menores
Se terminaron los días de indefinición para el cura Justo José Ilarraz. Este viernes, la jueza de Transición número 2 de Paraná, Paola Firpo, notificó al fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull y las partes que procesó a Ilarraz por Promoción a la corrupción agravada de menores, por su calidad de educador y guía espiritual de los estudiantes del Seminario Menor de Paraná, entre 1985 y 1993. Asimismo, la magistrada trabó un embargo al cura de 500 pesos, a los fines del art. 534 del Código Procesal Penal; y citó a prestar declaración a una psicóloga y dos sacerdotes el 30 de julio, bajo apercibimiento de ley. La determinación judicial viene en un momento turbulento para la Iglesia Católica entrerriana.El abuso a menores en el Seminario de Paraná por parte del cura Ilarraz entre 1985 y 1993, tomó estado público a partir de una investigación de la revista ANÁLISIS, en septiembre de 2012. La causa inició de oficio por orden del procurador General del Superior Tribunal de Justicia (STJ), Jorge García. Al expediente número 52.886, se sumó la declaración testimonial de siete víctimas; una investigación diocesana que durante años se mantuvo bajo siete llaves; y la declaración por escrito de las autoridades eclesiásticas Estanislao Esteban Karlic -entonces arzobispo de Paraná y actual cardenal en Roma-; y Juan Alberto Puíggari, actual arzobispo, entre otros.
La causa deambuló por varias cámaras en las que, hasta inicios de 2015 cuando inició la investigación de fondo, se discutió la prescripción de los delitos acusados a Ilarraz -hasta entonces, la principal estrategia de la defensa ejercida por Juan Ángel Fornerón y Jorge Muñoz-. Desde marzo de 2015, tomó otro impulso con la producción de prueba y el llamado a indagatoria del cura, que finalmente se efectivizó en la ampliación, a mediados de junio, cuando Ilarraz declaró que una de las víctimas había elucubrado una suerte de plan de venganza, por un encono personal que tuvo por aquellos años, cuando era apenas un preadolescente.
Hasta hoy, la jueza Firpo tenía tres caminos: dictar la falta de mérito en la causa, absolver al cura o procesarlo. La tercera fue la decisión de este viernes, antes de la feria judicial, y en una semana turbulenta para la Iglesia Católica entrerriana. Cabe destacar en este sentido que la semana pasada, el cura Leonardo Tovar, uno de los principales impulsores de la investigación, encabezó una misa frente a los Tribunales paranaenses pidiendo celeridad y en estos días, hizo público un fuerte cruce con el arzobispo Puíggari, lo acusó de mentir en la causa, marcó distancia de la autoridad y dejó la parroquia San Benito Abad, aunque no abandonó sus votos sacerdotales y pidió que a esa condición la defina el Papa.
Ahora, con casi toda la investigación judicial realizada -sólo restan algunas medidas de prueba-, queda esperar el requerimiento de elevación a juicio oral por parte de la Fiscalía. A criterio de Ramírez Montrull, las pruebas que han logrado reunirse en el expediente permiten reconstruir los hechos en forma coincidente a como lo relataron las víctimas, siete en total, lo cual justifica el dictado del procesamiento.
Ramírez Montrull no sólo consideró -hace algunas semanas- con especial interés el testimonio de las víctimas, sino también las declaraciones del cura Silvio Fariña, que fue quien lo investigó después de las primeras denuncias conocidas en 1995, y el ahora cardenal Estanislao Karlic, quien le impuso la sanción del destierro, en 1996. En su presentación por escrito en la Justicia -Karlic no testimonió en forma personal- admitió que Ilarraz reconoció los hechos y le mostró su arrepentimiento, durante un encuentro en Roma.
10/07/2015 -
2' 47" - 319 VisitasDecisión de la jueza FirpoCasi tres años después de abierta la investigación, procesaron al cura Ilarraz por Promoción a la corrupción agravada de menores |
La causa deambuló por varias cámaras en las que, hasta inicios de 2015 cuando inició la investigación de fondo, se discutió la prescripción de los delitos acusados a Ilarraz -hasta entonces, la principal estrategia de la defensa ejercida por Juan Ángel Fornerón y Jorge Muñoz-. Desde marzo de 2015, tomó otro impulso con la producción de prueba y el llamado a indagatoria del cura, que finalmente se efectivizó en la ampliación, a mediados de junio, cuando Ilarraz declaró que una de las víctimas había elucubrado una suerte de plan de venganza, por un encono personal que tuvo por aquellos años, cuando era apenas un preadolescente.
Hasta hoy, la jueza Firpo tenía tres caminos: dictar la falta de mérito en la causa, absolver al cura o procesarlo. La tercera fue la decisión de este viernes, antes de la feria judicial, y en una semana turbulenta para la Iglesia Católica entrerriana. Cabe destacar en este sentido que la semana pasada, el cura Leonardo Tovar, uno de los principales impulsores de la investigación, encabezó una misa frente a los Tribunales paranaenses pidiendo celeridad y en estos días, hizo público un fuerte cruce con el arzobispo Puíggari, lo acusó de mentir en la causa, marcó distancia de la autoridad y dejó la parroquia San Benito Abad, aunque no abandonó sus votos sacerdotales y pidió que a esa condición la defina el Papa.
Ahora, con casi toda la investigación judicial realizada -sólo restan algunas medidas de prueba-, queda esperar el requerimiento de elevación a juicio oral por parte de la Fiscalía. A criterio de Ramírez Montrull, las pruebas que han logrado reunirse en el expediente permiten reconstruir los hechos en forma coincidente a como lo relataron las víctimas, siete en total, lo cual justifica el dictado del procesamiento.
Ramírez Montrull no sólo consideró -hace algunas semanas- con especial interés el testimonio de las víctimas, sino también las declaraciones del cura Silvio Fariña, que fue quien lo investigó después de las primeras denuncias conocidas en 1995, y el ahora cardenal Estanislao Karlic, quien le impuso la sanción del destierro, en 1996. En su presentación por escrito en la Justicia -Karlic no testimonió en forma personal- admitió que Ilarraz reconoció los hechos y le mostró su arrepentimiento, durante un encuentro en Roma.
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