lunes, 22 de junio de 2015

Hubo un “encubrimiento” de la Iglesia en la causa Ilarraz.ABUSOS EN EL SEMINARIO. Entrevista con el sacerdote Leonardo Tovar

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Hubo un “encubrimiento” de la Iglesia en la causa Ilarraz 

El párroco de San Benito, Leonardo Tovar, uno de los firmes impulsores de la denuncia en la Justicia, cree que hay dilación en la investigación, que la jueza cita más a las víctimas que al acusado y que el vocal del STJ, Daniel Carubia, firmó un fallo “ofensivo”. También, reprocha el silencio de la Iglesia y el encubrimiento del cardenal Estanislao Karlic. “El sabía que estaba llevando a un pedófilo a otra diócesis para que siguiera siendo cura”, afirmó a EL DIARIO, respecto del desembarco de Ilarraz en Tucumán.
Lunes 15 de Junio de 2015 Hs.
Todos le dicen “el padre Leo”. Habla sin dobleces, vuelca al lenguaje coloquial cualquier asunto evangélico, le rehuye a la impostación y no teme incomodar cuando tiene que señalar a sus “colegas”, los otros curas, sus superiores, el universo de la Iglesia de Paraná cuando entiende que faltan a la verdad, que mienten. 
Leonardo Tovar, párroco de San Benito Abad, es un férreo impulsor de la investigación judicial contra otro cura, Justo José Ilarraz, al que no duda en calificar de pedófilo y sobre quien pide dos cosas: que se lo expulse de la Iglesia y que además recaiga sobre él todo el peso de la justicia. 
No está del todo conforme con la tarea de la jueza Susana María Paola Firpo, a cargo de la causa “Ilarraz Justo José. s/Promoción a la corrupción agravada”, que investiga los abusos del cura que fue prefecto de disciplina en el Seminario de Paraná entre 1985 y 1993, y considera “ofensivo” el voto del vocal del Superior Tribunal de Justicia (STJ), Daniel Carubia, quien dijo que las víctimas de Ilarraz sólo persiguen el resarcimiento económico. 
En su casa parroquial de San Benito, charló largamente con EL DIARIO. 
KARLIC. –¿Qué pasó hacia el interior de la Iglesia con el caso Ilarraz? 
–Se hizo una investigación interna en el año 1995 en la que las víctimas fueron obligadas a guardar silencio. Y fue tan así, que esto se guardó bajo siete llaves. Hay una resolución de monseñor (Estanislao) Karlic, que consta en el expediente judicial, donde se pide expresamente que la investigación, luego de terminada, se guarde en el archivo secreto de la curia. De modo que las víctimas no sólo tuvieron el dolor y la presión de lo que les había sucedido, sino que tenían sobre su conciencia el temor a estar pecando o a herir a la Iglesia si hablaban. Por eso digo que se obró muy mal, porque automáticamente en ese momento se tendría que haber denunciado a la Justicia, y automáticamente, este sacerdote, después de un debido proceso canónico, se lo tendría que haber suspendido, perdido la calidad de clérico, de acuerdo con lo que establece el Derecho Canónico. 
–Pero esos pasos no se siguieron. ¿Qué pasó en el medio? 
–Se hizo la investigación diocesana, se le aplicó a Ilarraz una sanción irrisoria –que consistió en no poder permanecer en la diócesis mientras dure la investigación– y nada más .Pero no sufrió ninguna otra sanción. La gente tiene que tener en claro que Ilarraz se fue a estudiar a Roma, que estando en Roma, autorizado por Karlic, asumió el cargo de vicerrector de la Iglesia Argentina en Roma, es decir que siguió haciendo carrera. Volvió de Roma, y monseñor Karlic lo llevó a la diócesis de Tucumán. Y eso no lo inventa el padre Leo. Eso fue lo que nos explicó Karlic en la famosa reunión de Mariápolis (un encuentro de urgencia de todo el clero, el 13 de septiembre de 2012, cuando el caso Ilarraz estalló en los medios, NdelR). 
–Esa reunión en el Centro Mariápolis fue muy tensa. ¿Fue la primera vez que oficialmente la Iglesia habló del caso Ilarraz? 
–Efectivamente. En ese encuentro, monseñor Karlic dijo que en todos los lugares adonde lo presentó al padre Justo, los obispos que lo recibían sabían de la situación de Ilarraz, y que lo habían recibido con mucha caridad y con mucha fraternidad. De tal manera, que parece una incongruencia: por un lado lo sancionó, y por otro lado buscó lugar para que siga siendo sacerdote. El padre Justo Ilarraz siguió haciendo su carrera eclesial en Tucumán, y hasta podría haber sido obispo. Por eso digo que hubo un encubrimiento, que es rotundo y que hay que asumirlo, por el bien de la Iglesia. Si, como dice el expediente en la Justicia, Ilarraz le reconoció a Karlic que los hechos existieron, si es verdad lo que nos dijeron Karlic y (monseñor Juan Alberto) Puiggari en Mariápolis, que los hechos existieron, y que se había hecho un proceso canónico, ¿cómo puede ser que ese sacerdote siga en la Iglesia? Ilarraz, con la bendición de Karlic, y con la bendición de los obispos que lo recibieron, siguió llevando una vida totalmente normal, de un cura como todos. Incluso, llegó a ser párroco, y para ser párroco hay que tener ciertos requisitos canónicos y hay que cumplir con cierta normativa. El ser párroco es ser la presencia del obispo. 
LA CARTA. –¿Karlic juega un rol clave en ese encubrimiento del caso Ilarraz? 
–Monseñor Karlic, según lo que se nos dijo en Mariápolis, fue el que lo presentó en Tucumán para que siguiera siendo sacerdote. Lo presentó a la otra diócesis, que lo había recibido sabiendo de su situación, y que lo había recibido con mucha caridad. Eso nos dijo a todos. Yo a Karlic lo admiro, fue el obispo que me ordenó, fue el obispo que nos enseñó a soñar en la Trinidad, en el misterio de la Encarnación, en la vida de la santidad, de la gracia. Monseñor Karlic es un gran teólogo, pero en esto se equivocó, y lo mejor que puede hacer hoy es decir que se equivocó. La sanción en su momento fue leve, pero después lo siguió llevando a otras diócesis, y lo siguió protegiendo. Y ahí se equivocó. Me duele en el alma esto que digo, y sé que me va a traer problemas, pero es la verdad. Karlic sabía que estaba llevando a un pedófilo a otra diócesis para que siguiera siendo cura. 
–Karlic, según lo que contó en la Justicia el cura Silvio Fariña, escuchó el arrepentimiento de Ilarraz en Roma. 
–La caridad, el arrepentimiento, todo eso es válido. Pero para que haya absolución en una confesión, tiene que haber reparación, tiene que haber restitución. Alguna vez un colega cura me atacó, diciéndome que no tengo misericordia, que no creo en el perdón. Yo creo en eso, pero Ilarraz tiene que pagar por lo que hizo. No se construye caridad sobre la injusticia, y esta frase es medular. La caridad supera la justicia, pero la supone. Nunca va a haber verdadera caridad si no se da sobre la base de la justicia. Ilarraz debió pagar las consecuencias de lo que hizo: eso es justicia. Lo justo debió ser que se lo haya apartado del sacerdocio, que se lo haya puesto a disposición de la Justicia civil, que haya recibido su juicio y su condena. Lo demás del arrepentimiento y la relación con Dios, es algo de Ilarraz con Dios. De acuerdo al Derecho Canónico y a las leyes civiles de nuestro país, ese es el proceso que se tiene que hacer como restitución del daño que causó. El error que hubo al comienzo no se corrigió. 
–Nadie, parece, supo alertar a tiempo, denunciar a tiempo. 
–Fariña dice que Karlic escuchó el arrepentimiento de Ilarraz en Roma, y que lo perdonó. Pero quien tenía que perdonar a Ilarraz eran las víctimas. Me parece que cuando Karlic analizó toda la situación, lo que debió haber hecho fue iniciar un juicio canónico a Ilarraz, porque lo que se le imputaba al padre Ilarraz no era una cosa menor, sino algo grave. El error es que el hecho tenía una gravedad que ameritaba un juicio canónico. Pero se hizo una investigación, y Karlic decide no hacer juicio canónico, sino aplicar una sanción, y él como legislador, lo perdona a Ilarraz y ahí se acabó todo. En la Iglesia, por doctrina moral, no existe la obediencia debida. Nosotros tenemos promesas de obediencia, pero nunca la obediencia llega a aceptar una falsa doctrina, ni a concurrir en delito. Algunos dicen, sacándose el fardo, yo elevé las cosas a Karlic. Pero ese que elevó las cosas a Karlic, sabía de la gravedad de que había un sacerdote pedófilo ejerciendo en Tucumán, y no hizo nada. Y no hay excusa moral para decir que se hizo lo que correspondía. La Iglesia no es el ejército. Es una jerarquía en la caridad. Los que sabían que Ilarraz seguía ejerciendo el ministerio en Tucumán, en conciencia se equivocaron en no haber hablado. 
–En 2010 fueron varios sacerdotes del decanato III los que pidieron al obispo de entonces, Mario Maulión, que denunciara a Ilarraz en la Justicia. Sin embargo, ninguno de los que firmaron esa nota hablan ahora del caso. 
–Yo le hablo a la gente, porque pienso que a la gente se le está mintiendo. Muchos hermanos míos sacerdotes no están diciendo la verdad. Si no vas a decir la verdad, es preferible hacer silencio. Pero hay algunos que no hacen silencio, sino que dicen cosas que no son verdad. Nosotros hicimos aquella carta porque adentro de la Iglesia había un rumor. Eso es una prueba contundente de que dentro del clero ya se sabía que esto era una verdad. Aquella famosa carta que se elevó, que la redactó el padre Leandro Bonnin, y que fue uno de los que instó a hacer algo, se hizo en ese espíritu, y así se lo presentó a Maulión y a su consejo presbiteral.¿Por qué el silencio de los demás? Es una cuestión de conciencia de los demás sacerdotes. Lo que yo sé es lo que tengo que hacer y que voy a seguir haciendo: creo que hay demasiado silencio y que nosotros tendríamos que hablar un poco más y decir la verdad en plenitud. Hubo un grupo de sacerdotes que en ese momento, 2010, estaban muy molestos y que querían que esto se aclare. Se nos dijo que se hizo todo lo que correspondía. Yo, con lo poco que sé, creo que no todo lo que se hizo estuvo perfectamente hecho. Empecemos a decir la verdad. Algunas autoridades de la Iglesia hoy tendrían que reconocer que se equivocaron. No digo que hubo malicia, pero sí que se equivocaron. 

La jueza, el juez, el abogado 
El cura Leonardo Tovar no está conforme ahora con el trabajo de la jueza Susana María Paola Firpo, que investiga a Ilarraz; rechaza el voto del vocal Daniel Carubia en el fallo del STJ que sentenció que la causa judicial no está prescripta y es inflexible con el defensor del sacerdote, Juan Ángel Fornerón. 
Dice que el caso Ilarraz merece una atención especial, y que debe esclarecerse, y lo compara con una herida: si no se cura, se infecta. Y cita palabras de un sacerdote “muy sabio” que alguna vez le contó que cuando dentro de la Iglesia no se hacen bien las cosas, Dios envía dos mensajes: un santo o una gran crisis. Eso último, asegura, es lo atraviesa hoy a la Iglesia de Paraná. 
“Escucho a algunos sacerdotes y a autoridades eclesiásticas diciendo que esto es un ataque de los medios a la Iglesia, que las víctimas solamente quieren dinero, que por qué no salieron antes, que eran homosexuales y por eso los echaron del Seminario, y todo eso me causa dolor”, señala. 
–¿Qué mirada tiene de la marcha de la causa en la Justicia? 
–Estoy muy contento y muy entusiasmado. Creo que el trabajo del procurador (Jorge) García ha sido de mucho valor, también en su momento la tarea del juez (Alejandro) Grippo. También lo que han hecho los querellantes. El trabajo de la jueza Firpo me pareció en un momento muy adecuado, pero ahora sinceramente estoy desconcertado. Esto parece que se dilata mucho. A veces, da la sensación que los culpables son las víctimas, y que Ilarraz está impune. ¿Cuándo declara, cuándo lo imputan, cuándo lo procesan, cuántos elementos más necesita la señora jueza? Cuatro veces ya tuvieron que comparecer las víctimas en Tribunales, y nosotros aguantando el circo de Fornerón, que pobrecito es un señor mentiroso, que dice que no hay nada en la causa, ninguna prueba, que constantemente dice que Ilarraz está a disposición de la Justicia, y lo único que hizo fue venir a hacer pantomimas dilatorias, nada más. Me sorprende que la jueza no se haya puesto más severa con Ilarraz. Cada dilación de la jueza es una mortificación nueva para las víctimas. A mí me parece que en un caso tan grave, tendría que acelerarse la causa. Además, me parece que lo del juez Carubia es vergonzoso, decir que las víctimas sólo buscan resarcimiento económico. Su fallo ha sido vergonzoso y ofensivo. 

FOTO: El párroco de San Benito, Leonardo Tovar, dialogó con EL DIARIO y cuestionó severamente al vocal del STJ, Daniel Carubia.

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